
Para conseguirlo, los científicos usaron una microaleación que incluye paladio, un metal poco abundante que se caracteriza por su elevada rigidez y excelentes condiciones de resistencia, que permite contrarrestar la fragilidad intrínseca de los materiales vítreos. De este modo, confiere al nuevo vidrio una capacidad inusual de resistencia, evitando que las grietas se extiendan. Como resultado, el vidrio aumenta su plasticidad ante el estrés, lo que permite que se doble en lugar de partirse.
Además de paladio, el nuevo material incluye fósforo, silicio, germanio y plata, que permiten alcanzar un grosor de hasta seis milímetros. Al usar cinco elementos, cada uno de los cuales intenta cristalizarse en su propia forma, finalmente “no saben que estructura cristalina formar y permanecen amorfos”, según explica Robert Ritchie, coautor del estudio que publica la revista Nature Materials.
“Tradicionalmente la resistencia y la fuerza eran propiedades mutuamente excluyentes en los materiales, lo que explica por qué estos cristales metálicos son tan excitantes intelectualmente”, añade Ritchie.
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