Pero, anécdotas aparte, la primera vez que las mujeres consiguieron votar sin restricciones fue el 19 de septiembre de 1893, cuando el movimiento liderado por Kate Sheppard consiguió este logro democrático en Nueva Zelanda. Tras muchos años de lucha, esta precursora de los derechos de la mujer alzaba frente a una multitud la pluma con la que se había firmado el proyecto de ley que revolucionaría el sistema político de su país. Diez semanas después, el 65% de las mujeres mayores de 21 años votaron en sus primeras elecciones generales.
Hasta este momento clave en la historia de la democracia hubo otros intentos de conseguir la igualdad política de las mujeres. En 1838, la pequeña isla de Pitcairn, en la que actualmente sólo habitan unas 50 personas, se permitió votar a la mujeres con la mismas condiciones que a los hombres. Desafortunadamente este avance duró poco porque unos años después, la isla quedó deshabitada. No es de extrañar que el nombre de su himno sea: Come ye Blessed (Venid benditos).
Algo más tarde, en Wyoming (EEUU), se legalizó el voto a la mujer, aunque sólo en las elecciones estatales y siempre y cuando no fuese de raza negra. En América Latina el primer país en aprobar elsufragio femenino fue Uruguay. La Constitución de 1918 permitió el voto femenino, aunque fue emitido por primera vez en el Plebiscito de Cerro Chato en 1927.
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