Para llegar a esta conclusión, Tononi y sus colegas obligaron a un grupo de ratas a permanecer despiertas durante varias horas. A continuación, registrando la actividad eléctrica de su corteza cerebral, observaron que, aunque los electroencefalograbamas indicaban que estaban despiertas, había intervalos en los que algunas partes del cerebro se desconectaban. Y esto afectaba al rendimiento cognitivo de los animales. Los periodos en los que las neuronas se desactivan aumentaron a medida que se alargaba el tiempo de vigilia forzada.
Es más, según Thomas R. Insel, director del Instituto Nacional de Salud Mental de Estados Unidos, que ha cofinanciado el estudio, la investigación "sugiere que la privación de horas de sueño en la adolescencia podría tener consecuencias emocionales y cognitivas adversas que podrían afectar al desarrollo cerebral".
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